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Carrito

“La medicina biorreguladora es una medicina que estimula los propios mecanismos de sanación que posee el cuerpo humano. Estimula las capacidades curativas que tiene nuestro organismo a través de la regulación.”

El Doctor Cristóbal Carrasco, formado como médico cirujano en la Universidad de los Andes, pronto el desencanto por el sistema de salud convencional le llevó a indagar otras disciplinas alternativas. La homeopatía fue su primer acercamiento además de la acupuntura, sintergética y la nutrición Ortomolecular. Hoy día es el director médico y fundador de Casa FEN, un centro integrativo y multidisciplinario, cuyos cimientos son la medicina biorreguladora y la integrativa. Es además diplomado en terapia neural, homotoxicología y medicina biológica. Hoy el Doctor Carrasco habla para nuestro blog Ser Saludable, Tiene su Ciencia.

¿Qué es la medicina biorreguladora?

La medicina biorreguladora es una medicina que estimula los propios mecanismos de sanación que tiene el cuerpo humano. Nuestro cuerpo tiene una capacidad innata para recuperarse prácticamente de cualquier embate que pueda tener interno o externo. Lo que sucede es que no sabemos cómo estimular a nuestro cuerpo  y desde el paradigma de la medicina convencional, alopática, se trabaja justamente en la supresión, en el bloqueo de las manifestaciones biológicas. Esos son los medicamentos anti (antiinflamatorios, antialérgicos, antihistamínicos, antiácidos, antihipertensivos), que bloquean una manifestación biológica y con ello alteran de forma significativa las propias capacidades de regulación que tiene el cuerpo.

La medicina biorreguladora en cambio funciona desde el paradigma de ayudar al cuerpo en este proceso de autorregulación. Son distintos tipos de terapias que permiten encauzar de alguna manera estas capacidades de autosanación mediante estímulos que son generalmente inocuos, en el sentido de que no generan efectos secundarios ni daños perniciosos para la salud. Entonces permiten estimular las propias capacidades curativas que tiene nuestro organismo a través de una regulación de los sistemas y no de un bloqueo.

Y eso precisamente es lo que permite establecer la diferencia entre la medicina biorreguladora y la medicina convencional. Una bloquea, suprime, la mayoría de las veces no siempre, y la otra, en cambio regula, no suprime, no bloquea los procesos biológicos. Todo proceso biológico tiene un por qué. Un dolor de cabeza tiene un por qué, el dolor es la manifestación última. Entonces si yo voy a tratar esa punta del iceberg con un migranol descabezo el iceberg, pero va a volver a aparecer otra punta en otro lado. Por tanto, la idea es empezar a trabajar desde la base.

¿Y la medicina integrativa, en qué consiste?

Es complejo trabajar desde un paradigma biorregulador sin salirse completamente del sistema, porque es generar un cambio y remar contra la corriente de lo que dicen los medios de las políticas económicas de salud, las industrias farmacéuticas  y una serie de presiones, además del tema médico legal. Por eso, lo que intentamos de alguna forma hacer desde la medicina integrativa es trabajar desde distintos paradigmas, el convencional junto con otros llamados también como medicinas complementarias.

Poder trabajar en conjunto sin esta enemistad que ha existido durante mucho tiempo, esta rivalidad, eso es lo que promueve la medicina integrativa y trabaja también desde la validación científica que es el lenguaje que tiene la medicina convencional.

La medicina integrativa se ha desarrollado mucho en EEUU y uno de sus puntales es la Universidad de Arizona. En Chile está llegando ahora tímidamente, pero más por el empuje de la sociedad que por la apuesta de los profesionales. Lo que se hace en EEUU con la medicina integrativa tiene mucho que ver con los suplementos nutracéuticos, el mindfulness y la meditación y menos en homeopatía, en homotoxicología y poco de terapia neural. Sin embargo, en Argentina se utilizan más estas últimas prácticas y en general en América tropical, porque todavía hay muchos grupos donde se practica la medicina chamánica. En Europa, por ejemplo Alemania es la cuna de la homeopatía y la terapia neural.

Acá en Chile, sin duda va un poco de la mano de toda esta efervescencia social, de destape postransición, en el que nos hemos permitido indagar un poco más. Antes no se cuestionaba al “doctor Dios”. También todo este cambio tuvo que ver con el acceso a la información y el uso de las redes sociales. Los pacientes están mucho más informados.

¿Por qué un profesional formado en la medicina convencional cambia y apuesta por la medicina alternativa?

Yo no conocía nada de las medicinas complementarias. Cuando ingresé en la carrera de medicina, en la Universidad de los Andes, el año 98, ingresé con mucha expectativa, que está dentro de la ilusión de cualquier estudiante que sale del colegio y entra a medicina. Yo creo que son pocos los que entran en medicina y creen que va a ser “grito y plata”, no vas a ser millonario por ser médico, eso es más un mito, porque no es así. Entonces uno entra con un gran idealismo de poder colaborar, de poder ayudar, de poder estar desde un punto de vista científico, biológico, pero sobre todo creo que desde un punto de vista social.

La verdad es que al corto andar, yo me atrevería a decir al tercer año me empecé a dar cuenta de que la forma de ver a los pacientes que había en el sistema médico sentía que no satisfacía la demanda de las personas, porque perpetuaba de alguna forma el estado de enfermedad de las personas. Lo veía en los pacientes, por ejemplo que llegaban en marzo con una amigdalitis y le recetábamos un pinchazo de penicilina y lo volvíamos a ver en abril con amigdalitis y después de nuevo lo veíamos en junio, julio, en agosto… y siempre se iba con su pinchazo de penicilina.

Entonces me empecé a plantear que eso realmente no podía ser la salud, o sea trabajar a punta de parches y de solucionar un  problema a una punta de iceberg solamente.  Poco a poco me fui encontrando con artículos y libros que me invitaron a conocer otros paradigmas, de medicinas, terapias y un enfoque de salud más profunda y más holística. Ahí empecé a aprender lo que era el holismo o la integración.

La medicina convencional es una medicina que ha tendido mucho a la “sobreespecialización”, por tanto también a la fragmentación del ser humano. En particular yo estuve en mi desarrollo en una Universidad que me dio una muy buen formación científica académica, pero que tenía como uno de sus sesgos formar especialistas. A mí nunca me formaron como médico general. Cuando me puse a trabajar como médico general, me di cuenta que no sabía cómo se trataba un resfrío, por ejemplo, no tenía idea. Ahí se me cayó un poco el mundo y me di cuenta de la realidad de un consultorio de tener que trabajar con pacientes cada 10 minutos. En ese tiempo es muy difícil hacer un aporte más sustantivo en torno a la calidad de vida de ese paciente y de ese grupo familiar.

Todas estas disconformidades me llevaron en primer lugar a una desilusión muy profunda de la carrera de medicina y del sistema médico. Posterior a eso, ya formado como médico, empecé a encontrar estas otras alternativas, en primer lugar desde la homeopatía y me puse a estudiar esta disciplina. Uno se da cuenta que en verdad se puede trabajar desde otros paradigmas y además de una manera muy satisfactoria en lo personal y desde el punto de vista profesional con los pacientes.

¿Cómo se trabaja desde la medicina biorreguladora con los nutracéuticos?

Dentro de la medicina biorreguladora trabajamos los hábitos y sobre todo la nutrición. Hoy día es difícil alimentarse bien y encontrar productos que sean asequibles y además tener tiempo para cocinarlos.

La medicina biorreguladora tiene que adaptarse a la sociedad y en ese sentido, la suplementación toma un rol bastante relevante. Nos alimentamos con productos industriales, refinados. Por un lado está lo malo y por otro lo deficiente, lo que provoca estrés oxidativo, factores inflamatorios. En general todos los aditivos alimenticios tienen  un efecto muy negativo, particularmente los colorantes, edulcorantes químicos y los potenciadores de sabor. Eso genera una alteración inflamatoria en el cuerpo.

Además por más que uno intente alimentarse de forma natural y comerse un tomate que debería ser rico en magnesio, resulta ser un tomate bastante plástico que ha sido cultivado en suelos con monocultivo, y ese suelo es ya muy deficiente y carente en una serie de minerales. Por eso ocupamos nutracéuticos porque vienen con concentraciones mayores de distintos tipos de moléculas naturales que tienen propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y que ayudan al organismo a protegerse de todos estos efectos negativos de la dieta moderna. 

¿Qué atención recibe el paciente que llega a Casa FEN y cuál es el perfil de persona que llega hasta el centro?

Casa FEN en realidad es un proyecto de vida, no solamente de consulta médica. Llegan pacientes acá a pedir hora con un médico, pero también llegan otros a conocer el lugar, otros porque vienen a las clases de Chi kun, a los talleres, a las terapias. El ingreso del paciente a Casa FEN es un ingreso que llega por distintos lados.

Nuestra intención es sacar la salud de las cuatro paredes, porque la salud tiene que seguir más allá de la consulta médica. Por eso, la idea de Casa FEN es hacer un centro integrador de medicina integrativa, pero también de conciencia integrativa. La salud también va en el desarrollo personal, cultural, físico y en el desarrollo de ciertas técnicas, la mayoría de ellas de Oriente. Ahora, igual es un centro médico, ese es el núcleo de desarrollo de este proyecto.

Hasta el centro llegan distintos tipos de pacientes, algunos que están muy en sintonía con lo que nosotros hacemos. Pero, también llegan otros  que están en una etapa de desesperanza porque la medicina convencional no les entrega las respuestas que ellos están buscando. Son personas que han pasado de especialista en especialista, han tomado cincuenta tipo de terapias y medicamentos y la verdad es que siguen todavía padeciendo. Llegan buscando una alternativa sin saber mucho y acá nuestro trabajo es enseñarles a ver que hay otros caminos posibles.

Pero, además llegan personas que sin tener mucha idea de qué es esto tienen hijos y por una especie de sabiduría natural no quieren darles productos químicos y los traen hasta acá.

¿Qué especialidades se abarcan en  el centro Casa FEN?

Somos en total 12 profesionales, desde nutricionistas que trabajan en la nutrición integrativa, kinesiólogos, acupuntura, terapia corporal, medicina integrativa, psicología, terapeutas florales y biomagnetistas.

Ese es el área médica, pero en Casa FEN pusimos tres áreas, la médica que además es transdisciplinaria; las terapias como el yoga, chi kun, meditación, danzas circulares (meditación activa) y también tenemos un espacio para impartir enseñanza, se está desarrollando un curso de medicina biorreguladora, además de las charlas abiertas a la comunidad.

¿Dónde está ahora mismo la medicina biorreguladora y dónde crees que va acá en Chile?

Yo tengo la sensación de que la medicina biorreguladora está saliendo de un cascarón en este momento. A fines de 2012 y durante el 2013 se generó en Chile una suerte de intercomunicación entre los médicos y profesionales que trabajamos esta línea biorreguladora. Algo que no se había dado antes, y ahí recién comenzamos a potenciarnos y a saber que no estamos solos. Desde el año pasado se empezaron a crear estas líneas de comunicación y eso nos hace mucho más fuertes.

Es una etapa muy bonita en la que nos estamos consolidando desde una sociedad científica, desde grupo de apoyos y desde la generación de distintos centros médicos. Yo creo que estamos ya prestos para salir a volar. Y todo ello, de la mano de los pacientes que están pidiendo ya otra visión o completar por lo menos la tradicional.

Yo agradezco mucho a la medicina convencional, soy un médico convencional, mis conocimientos vienen de ahí y creo sinceramente que pueden trabajar conjuntamente los dos paradigmas y de forma amigable.

 http://casafen.cl/centro-medico/

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